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Roxy Pérez una mujer sin etiquetas

Una mujer con una interesante visión de la espiritualidad, que ha hecho trabajo interno para superar etiquetas y prejuicios, alguien que ha asumido la bicicleta como un modo de vida, como una forma de empoderar a otras mujeres y de defender el medio ambiente

María: ¿Quién eres? ¿A qué te dedicas?

Roxy: Mi nombre es Roxy Rusbelis (adoro mis dos nombres porque son fuera de lo común) y yo hago honor a mis nombres porque soy también una persona fuera de lo común. Soy administradora y educadora ambiental, trabajo en la Universidad de Carabobo y soy una activista social y ambiental. Luchadora por la movilidad y el empoderamiento de la mujer; además Valenciana (nací y me crié en Valencia pero amo a Caracas). Soy una mujer de 39 años de edad (aunque no se me nota porque soy jovial) y el secreto es la bicicleta entre otras cosas.

Mi propósito de vida, creo que va cambiando… Ahorita es vivir relajada, hacer lo que me gusta surfeando la ola, sin ser presa de las adversidades. Y debe haber un propósito, pero lo voy haciendo y descubriendo en el camino.

 Yo recuerdo que cuando era pequeña yo tenía un propósito en la vida pero eso cambió. Entonces pienso que si hay algo escrito (porque creo que hay algo escrito), no lo sé. Lo que pareciera es que soy una multiplicadora, una transmisora de cosas que pueden ayudar a vivir mejor.

En algún momento fue a través de mi lucha ambiental, y ahora es a través de la movilidad en bicicleta que no se aleja para nada de mi lucha por la ecología y el ambiente.

María: Te defines como agnóstica pero sientes que tienes una vida espiritual… Es algo curioso… ¿Cómo se explica eso?

Roxy: Fíjate, yo fui bautizada católica, de hecho la iglesia católica me cuenta como una bautizada más. Yo me crié desde pequeña haciendo actividades con grupos de la iglesia católica, fui catequista, estuve en grupos juveniles, leía en la misa de los domingos. Estudié la biblia, esa religión y muchas más porque siempre estaba curiosa de por qué habían otras creencias, y nunca me creí el cuento de que lo que yo profesaba era la única verdad. En mi camino, fueron apareciendo seres que me daban pistas, libros, saberes, que me invitaban a hacerme preguntas a no quedarme tranquila; de hecho yo misma (ratón de biblioteca) noté que eso no era suficiente.

En una etapa de la vida, entro en la universidad y se abrió un camino al conocimiento, a la ciencia, por lo que decido no ser más católica (como acto de rebeldía), porque estaba molesta con la doble moral. En eso, descubrí que me gusta hacer cosas beneficiosas (porque no me gusta juzgar como buenas o malas las cosas); también vi que siempre busco lo profundo; por lo que concluí que no puede ser que una religión me defina.

Debe haber algo porque yo siento una energía, algo que mueve las cosas, pero no es Papá Dios en los Cielos con una barba; entonces no es la religión y dejo de creer en la religión. Es allí sucede mi quiebre. Se da el momento del abandono de esos grupos, dejo de frecuentarlos, no voy más a misa y me entrego más a investigar; incluso asisto a clases de budismo, hago caligrafía zen, luego comparto con los Krishnas e inclusive me acerqué a unos vecinos cristianos evangélicos. En pocas palabras, empieza una etapa de curiosidad y también empieza una especie de presión donde era “necesario que escogiera qué voy a ser” (algo raro).

Luego, a los 25 años, me pregunto: ¿por qué tengo que ser algo? ¿Por qué tengo que ser una etiqueta? y ahí empiezo a absorber lo que considero que es beneficioso para mí de los caminos espirituales que recorrí. De hecho, todavía no sé qué es eso inexplicable, esa energía que mueve todo, que lo conecta y con la cual me comunico pero que no es una religión.

 Por eso siempre estoy en la búsqueda de la espiritualidad. Pero no son los preceptos ni los dogmas (que pensé que debía tener como un letrerito); y de repente noté que lo correcto es lo que tu sientes que puede estar bien contigo y con los demás, es armonía… Todo un camino de discusiones y argumentos, pero a pesar de que me enamoré de distintas religiones, éstas no me encajaban.

Por ejemplo, para mí no puede haber una religión que coarte la libertad de ser mujer. Y las religiones (casi todas, hasta las politeístas), están plagadas de machismo. Pareciera que el fin de esos dogmas es minimizar a la mujer. Yo creo que la mujer puede ser libre, autónoma y por tanto decidí no ponerme etiquetas y hacer cosas que me llevan a una armonía con esa energía.

María: ¿Te consideras feminista?

Roxy: Sí, a veces me da miedo decirlo porque algunas personas me rechazan de inmediato y me etiquetan como producto de los extremismos. De hecho hay extremos del feminismo con los que no estoy de acuerdo, pero bueno, hay que dejarlo fluir porque a razón de los años y años de represión surgen cosas con las que no estoy de acuerdo…

María: ¿Qué te ha enseñado la bicicleta?

Roxy: Yo empecé como todos desde pequeña, con la bicicleta de mi vecina y aunque me caí… Me encantaba… De hecho, mi mamá la usaba como chantaje para que sacara buenas calificaciones, y así me tuvo como tres grados… Hasta que a los 13 años tengo mi primera bicicleta (una Royal blanca Rin 24) y recuerdo que no era muy experta pero inventaba.

A los 14 la dejo y no la retomo sino 20 años después cuando vivo en Caracas, a razón de un cambio de vida por motivos de salud que amerita ejercicio físico y empiezo a cambiar mis círculos sociales y (de repente) empiezo a andar con gente que andaba en bicicleta (y yo los veía tan felices en la vida).

Recuerdo que un día estábamos en un picnic urbano en las noches en Caracas, en una plaza (algo chiflado por la inseguridad) y la gente nos veía como locos; pero muchos de esos locos llegaban en bici. Hasta que uno de ellos me invitó a una bici escuela y le comento a mi compañera de apartamento (que nunca había andado en bicicleta)… Mi misión era empujarla a ella para tener el argumento y también asistir… Y al final la convencí. Gocé mucho, vi gente de 60 años aprendiendo a manejar bicicleta y el fin era que se desenvolvieran en la ciudad.

En eso, hice un pacto con mi amiga, el compromiso era superar el nivel cero (andar con equilibrio) para luego enfrentarnos al tráfico. El requisito de ese nivel era tener bicicleta propia. Cuando mi amiga llegó a ese nivel, decidimos comprar nuestras bicicletas, la mía era “Bicipink” y con esa experiencia confirmé que nunca se olvida andar en bicicleta. Superamos el nivel cero y luego, nos enseñaron a andar en tráfico.

La energía fue tal, que descubrí mi fuerza motivadora (soy una fuerza motora que anima mucha gente) y  de repente animé a varias personas por lo que habían 6 bicicletas en el apartamento donde residía, propiedad de amigos y familiares con los que salíamos. Al principio, fue complicado porque a pesar de estar en grupos, a veces debía estar sola, y me costó desarrollar la habilidad de andar sola por los miedos a la inseguridad o a no solventar las situaciones que se me pudieran presentar (atropellos, la noche etc…) pero andar con gente que estaba en la misma onda me ayudó.

Por otra parte, tenía miedo de no poder físicamente porque yo pesaba casi 95Kgs, me cansaba rápidamente, Caracas no es una ciudad plana. En ese proceso de vencer la obesidad activé mi cuerpo y vencí dolores, el miedo de que un carro me pasara por delante…

María: ¿Qué te motivaba?

Roxy: Andar con la gente que estaba feliz; yo los veía y me preguntaba por qué ellos estaban tan relajados. En fin, quería un estilo de vida en el que la felicidad era una premisa y el estilo de vida sano era otra premisa. Luego descubrí otras motivaciones, vi que me podía mover sola y autónomamente eso me dio más argumentos para ir avanzando.

Luego, me tocó sortear la reparación de la bicicleta y la inseguridad; pero era elegir entre andar en transporte público, metro, quedarme encerrada en casa o la bicicleta.

Después vuelvo acá a Valencia a trabajar en la Universidad de Carabobo (el trabajo de mis sueños). Me fui de Valencia como peatona y regresé como ciclista (me tocaba redescubrir a mi ciudad natal). En ese proceso, quise buscar a los tipos locos y felices, y los encontré. Inclusive me ayudaron a andar en bicicleta porque me tomó tiempo elegir cómo yo quería andar en bicicleta. Porque al principio (te quieren etiquetar) porque el ciclista “debe” tener determinado tipo de bicicleta y andar a cierto ritmo etc… En relación al ritmo, voy al que puedo, consciente de los peatones, las irregularidades del camino… En fin, alerta y eso ha hecho que muchos grupos de ciclismo no se identifiquen conmigo… (Pero es cosa de ellos).

Hoy ya son 4 años y me siento muy orgullosa de mí porque la evolución ha sido enorme y cada vez que puedo lo cuento porque si yo pude, tú vas a poder, en fin cada quien tiene su camino.

Algo que también me pasó es que cuando empiezas a andar con frecuencia en la bicicleta, te toca repararla más y cuando le dije a mi mecánico que deseaba aprender, no fue bien recibida la iniciativa (porque a los mecánicos les gusta que uno siempre lleve la bicicleta). Pero cuando llegué a Valencia mi hermano (ciclista urbano desde hace 30 años) me enseñó (a regañadientes), hasta que un día se me dañó la bicicleta y no pude salir porque él no tenía ánimo de arreglarla.

Ante les pedí a mis amigos que me explicaran y empecé a hacerlo yo… Pensaba que era difícil y nunca me rendí, peguntaba… Me negaba cuando me decían que me iban a ayudar… Y para ellos las mujeres no reparan bicicletas, así que yo compré mis herramientas, aprendí y le he enseñado a muchas mujeres (y a hombres también aunque no lo acepten).

Yo nunca imaginé que la bicicleta se iba a transformar en una forma de tener autonomía porque al principio era para entretenimiento. Pero como siempre he estado en lucha por causas (principalmente ambientalistas).

Empecé a darme cuenta que los ciclistas éramos muy vulnerables y empecé a hacer activismo, a unirme con grupos para pedir leyes que protegieran a los ciclistas; en ese proceso supe de la ciclonudista, que es una protesta que se hace en el mundo en junio y consiste en andar desnudos en bicicleta con la consigna: “¿ahora sí me ves”?. Para el momento, la protesta congregaba a más de 100 ciclistas. Claro, eso implica desnudarte de todos tus complejos para andar y en ese sentido me tocó convencer a mi compañera para apoyar la causa; aunque no nos desudamos, me tocó hacer trabajo de aceptación (yo pesaba 95Kg).

En fin, quedé en traje de baño y al principio me dio mucha pena, pero luego vi a mis compañeros desnudos con tanta naturalidad y pensé que debía sentirse muy bien andar libre. Y eso fue algo que necesitaba hacer en mi vida porque me di cuenta que así como soy está bien, tal como estaba (con mi peso) estaba bien, no necesito que alguien me diga que estaba bien y eso me ha ayudado muchísimo. Hoy es todo un tema para las mujeres salir con un short en bicicleta y en investigaciones que he hecho, las mujeres a lo que más temen es a la inseguridad por las obscenidades que te pueden decir y lo que he descubierto es que te dicen esas cosas de cualquier manera. Así que el acoso a la mujer se da estés como estés vestida (aunque eso está cambiando).

La necesidad ha hecho que la mujer esté saliendo en bicicleta. He ido con hombres y no me dicen nada, cuando voy sola es otra cosa, aunque eso se puede gestionar estando preparadas.

Con la bicicleta he desarrollado mi marca personal. Y en particular la ropa ha sido fundamental porque los ciclistas “debían” ser deportistas y vestir así; y yo, a propósito me vestía con faldas, shorts, jeanes, zapatos casuales. Empecé a hacer mi propia marca; y en ese sentido la gente me ve; por eso uso colores llamativos para vestir. Porque mi misión es mostrar que cualquier persona puede andar en bicicleta y de hecho la compra de mi bicicleta (BiciPía) es parte de esa marca.

Otro aspecto importante de mi imagen es la cesta, porque para los ciclistas deportistas era “fea” pero para mí es una comodidad porque llevo mis herramientas, cambios de ropa y hasta mis alimentos…

María: un mensaje para nuestros lectores…

Roxy: todos podemos aprender, avanzar, crecer si yo pude tu puedes…

Si usted desea saber más de Roxy, de las causas que defiende , pueden ubicarla en instagram como: @roxyenbiciada

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